Con tacones de alturas media que llegan a 5 pulgadas de alto, hay un aumento de la tensión colocado en la cabeza de la articulación del pie, dedo gordo del pie y la parte posterior del tobillo. A pesar de los riesgos para la salud de los pies que han sido asociados con el uso de tacón alto, muchas mujeres se niegan a dejar de usar zapatos de tacón. Lo más importante que una mujer puede hacer si quiere seguir usando tacones altos es estirar las pantorrillas y la fascia plantar diariamente, así como variar la altura de los talones para minimizar el estrés sobre las articulaciones del pie y el tobillo.
¿Qué sucede con las mujeres que usaron a lo largo de su vida este calzado?
Casi un sesenta por ciento de las mujeres mayores de cincuenta años están sufriendo de frecuentes y fuertes dolores en los pies producidos por los juanetes, una deformidad que puede llegar a afectar la correcta movilidad, provocando además graves problemas lumbares, perdiendo en gran medida la calidad de vida que en la mayoría de los casos provoca inseguridad y muchas veces puede llegar a causar depresión.
¿Qué sucede en el pie?
La parte delantera de los pies tienen la función de soportar hasta el 57 por ciento del peso del cuerpo. Con unos tacones de cuatro centímetros de altura, este porcentaje se aumenta considerablemente, llegando a subir hasta un 75% cuando los tacones son aumentados dos centímetros aproximadamente. Con el aumento en la carga del antepié también suelen aparecer durezas en la parte del centro de los pies, que son muy dolorosas y provocan incapacidad para moverse con libertad.
Con el fin de prevenir estas dolorosas deformidades, se recomienda descartar el uso de los zapatos de punta estrecha, puesto que estos no tienen la capacidad para que los dedos estén cómodos y tienen que permanecer muy apretados, provocando dolor y obligando al dedo gordo del pie a desviarse.
Cuando la deformidad de los huesos del pie ya se ha producido no hay manera de remediarlo, solamente se puede acudir a tratamientos que calmen el dolor, puesto que la desviación y la perdida de la movilidad no se pueden recuperar con ningún tratamiento médico, aunque en ciertos casos se recurre a cirugías que alivian un poco este malestar.
Podemos llegar a la conclusión de que es mejor no utilizar esta clase de calzado que, si bien es cierto que nos hace ver muy estilizadas y elegantes, también hay que ser conscientes de que nos pueden provocar grandes problemas, afectando la salud de nuestros pies.
Protectores
Así pues, una excelente manera de acostumbrar tus pies a los nuevos zapatos y viceversa es hidratar la piel del pie y usar un protector de calzado cuya función es: separar la zona del pie afectada del material del zapato, de esta manera, el material del calzado comenzará a suavizarse con el uso cotidiano hasta que se amolde al pie y por fin puedan convivir sin fricciones a la hora de usarlos.
Lo importante es entender que es el zapato el que debe adaptarse a ti, y no tú al zapato.